Dos semanas después de aquel partido, la ida de los octavos de final de la Champions -perdió el Real Madrid por 1-2-, el mundo se cerró de golpe, empezamos a hacer sentadillas en el salón de casa, a tomar las cervezas viendo a los amigos en la pantalla del ordenador y a salir a comprar con tanto miedo como si en vez de ir a por fruta fuésemos a robar el Banco de España sin la ayuda del Profesor.
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