Luca Prodan, quien no tenía un hogar en Buenos Aires y había hecho gran amistad con los dueños, llegó a dormir en el local o en la casa de Sergio Aisenstein, y tocaba prácticamente todos los días. Hasta hubo actuaciones de un histórico del Instituto Di Tella, Federico Manuel Peralta Ramos, como marcando un nexo entre dos momentos de máxiima creatividad en Buenos Aires.
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