En ambos casos, además, fueron el desencadenante de los procesos colonizadores por parte de Gran Bretaña tanto de Australia primero, con la llegada de la Primera Flota a Port Jackson en enero de 1788, como de Nueva Zelanda a principios del siglo XIX, colonización que ocasionó a su vez serios perjuicios en las respectivas poblaciones nativas. La rigurosa cartografía de las costas neozelandesas realizada por Cook tardó mucho tiempo en ser superada.
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